El trabajo introspectivo que deja esta serie es tan cuestionable como abrumador. Más allá de una evidente culpabilidad, el trasfondo de lo que causa una situación como estas es, sin duda, lo esencial para poder entenderla. No es complicada, no es una historia con giros dramáticos ni nada por el estilo, es simplemente el desarrollo de un conflicto que se logra escapar de cualquier entendimiento simplista.
Técnicamente, 4 partes grabadas en secuencia es un método arriesgado y exigente. El nivel de precisión que conlleva contar una historia de esta forma es un trabajo que debe ser llevado meticulosamente y que, para sorpresa de muchos, Jack Thorne y Stephen Graham logran conseguirlo exitosamente. También, cuenta con un guión tan bien hecho que es imposible no sentir la pena y dolor de una familia común. Y unas actuaciones de primera que hacen de la serie una experiencia mucho más creíble; cada personaje fue ejecutado de la manera más orgánica posible logrando un efecto inmersivo que pocas producciones logran tener.