Esta serie me llamó mucho la atención principalmente por estar protagonizada por Jake Gyllenhaal, mi actor favorito. En la cual interpreta a Rusty Sabich, un fiscal que, en un giro inesperado, pasa de investigar el asesinato de una colega a convertirse en el principal sospechoso del crimen.
Lo serie no se limita a la simple pregunta de si es culpable o no. Aunque él insiste en su inocencia, su credibilidad como protagonista se ve comprometida por decisiones personales cuestionables, como infidelidades y engaños, que no son delitos, pero sí afectan cómo lo perciben quienes lo rodean (y el espectador).
La serie es un drama en todo el sentido de la palabra. Las actuaciones, especialmente la de Gyllenhaal, son clave para transmitir la tensión y los dilemas morales de cada personaje. Además, el guion está diseñado para mantener al espectador en constante duda, no solo sobre Rusty, sino también sobre otros personajes que podrían estar ocultando algo.
Sin embargo, el final me dejó con sensaciones encontradas. Después de construir un misterio tan sólido, la revelación final pierde algo de fuerza y deja un sabor agridulce, ya que parece resolver todo de una manera menos impactante de lo esperado. A pesar de esto, el viaje hasta ese momento está tan bien logrado que vale la pena verlo.
Un thriller policiaco que combina misterio, suspenso y drama de una forma que te atrapa desde el primer capítulo.